Javier Sotomayor celebra treinta años de su récord mundial

Foto: TTC.

Por DFM y DPG

Los relojes marcaron la medianoche y se hizo la magia en el Bar 2.45. El 27 de julio de 2023 comenzó para Javier Sotomayor con un emotivo festejo, colmado de alegría, brindis, encuentros con amigos y recuerdos imborrables. El Príncipe de las Alturas fue el centro de regocijo para quienes rememoraron que treinta años atrás, se cumplía su gran anhelo, ese que hoy lo enorgullece aún más porque, según vaticinios de expertos, por buen tiempo su récord en el salto de altura seguirá imbatible. 

El “2.45” es el espacio que le roba el sueño a Sotomayor, porque tal y como fue de constante y exigente en el deporte, ahora lucha por la excelencia y distinción de su bar en el ambiente nocturno habanero. 

Con su peculiar sonrisa y carisma, allí recibió a colegas del deporte, populares artistas, presentadores, destacados médicos, representantes de marcas de productos estrellas cubanos como Havana Club y H Upmann, agentes de viaje,  acompañado por su hermosa familia. Todos reunidos en una gran fiesta de celebración, en la que hubo regalos, rifas, buena música cubana protagonizada por Maykel Blanco y su Salsa Mayor, y donde chocaron las copas una y otra vez para rememorar su histórica hazaña.

Foto: TTC.

En medio del ajetreo de la noche, tranquilo y sin afán de protagonismo,  estaba también quien fuera el entrenador de Sotomayor cuando marcó su récord en 1993, el técnico Guillermo de la Torre. Cómplice en medio del júbilo, recordó que después de varios intentos el mismo año, la lluvia y otros agentes externos, habían impedido lograrlo. Pero llegó la competencia de Salamanca y la emoción fue mutua para el atleta y el entrenador.

La realización de un sueño y la cumbre de una carrera profesional se vuelven a compartir tres décadas más tarde, cuando los intentos de saltadores de todo el mundo no alcanzan la altura del atleta cubano. De la Torre, no vislumbra a nadie que se acerque a Sotomayor y que pueda superar su marca, a pesar de que en el deporte puede haber sorpresas. 

Su proeza fue el centro de la celebración en el Bar 2.45, como también sus deseos de seguir marcando tendencia, no solo en el mundo deportivo, sino como empresario y como padre de un joven valor que augura nuevas marcas para el atletismo a nivel internacional. 

Javier Sotomayor y la recordista cubana de salto de altura, Silvia Costa. Foto: TTC.

Con la misma sonrisa de la madrugada, llegó el campeón a la Embajada de España en La Habana casi al mediodía. Compañeros, amigos y representantes diplomáticos aguardaban por quien fuera galardonado también tres décadas atrás como Príncipe de Asturias. Salamanca fue el escenario de dos de sus marcas universales (2,43 y 2,45). Allí, Sotomayor también es conocido y querido. De ello dieron testimonio los periodistas españoles Lorena Lago y Luis Barredo, de vacaciones en Cuba y casualmente pasaron ante la imagen creada por el diseñador RAUPA y supieron al instante el motivo que reunía allí a los presentes.

En intercambio con la prensa nacional y extranjera que lo esperaba, el exatleta recordó que aquel 27 de julio de 1993 se “sentía muy bien física y mentalmente. Había tenido una temporada en que me sentía seguro, no confiado, de que podía romper el récord mundial. En los entrenamientos, en las competencias antes de ese día, estaba muy bien. De hecho, dos semanas después fue el campeonato del mundo y para mí hice el mejor salto de mi vida, aunque no haya representado un récord: el 2,40 de Stuttgart.

Foto: TTC.

«Si ven las fotos y por los estudios biomecánicos que se han hecho, muchos aseguran que ese día puse el centro de gravedad en 2,50. Es decir, fue una etapa de mi vida en que tenía total seguridad de que podía lograr marcas como esa».

El “Soto” confesó además que extraña la vida deportiva, “no la machacadera del entrenamiento diario”, pues recuerda “entrenaba muy fuerte. “Le tengo envidia sana a Ana Fidelia y a Dayron Robles, que parecen que van mañana a unos Juegos Olímpicos por la forma física en que están», expresó buscando con la mirada a otro olímpico, Robles, quien también se encontraba allí.

“Hay muchos que te consideran el deportista cubano más importante del siglo XX en Cuba”, lo provocó uno de los periodistas. También entre risas, Sotomayor no jugó con la modestia. «Creo que estoy dentro de los mejores. Para algunos son otros nombres. En Cuba hemos tenido la suerte de contar con muchísimos deportistas de un nivel muy alto. Si haces una lista de 10 y me dejas fuera, sí me siento mal. Pero si no me ponen de primero, tampoco.”

Las felicidades y los aplausos hicieron el resto.

 

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